Se trata de la monja que escribió una carta y dejó el convento en diciembre de 2022 junto a otra religiosa, ambas enfermas de cáncer. En el escrito relató que, cuando asumió la priora María Inés empezó a recibir “tratos violentos”, que la “aislaron” y que “nunca” recibió explicaciones.
Hace unos días se conoció una solicitada publicada por los seguidores de la devoción de la Virgen del Cerro. Es la primera vez que se expresan desde que comenzó, hace dos años, públicamente el conflicto entre la Iglesia salteña y las monjas de clausura del convento San Bernardo.
En la “carta abierta” salen al cruce de los dichos de una carmelita, que habló de “manipulación” en el monasterio y afirman que su objetivo es defender la “gran obra de nuestro Señor Jesucristo y de la Santísima Virgen” y la mujer que dice ver a la Virgen, Sra. María Livia Galliano de Obeid y su esposo Carlos Daniel Obeid.
En ese marco el cura párroco de San Lorenzo, Oscar Ossola, expresó su preocupación por la situación de las hermanas en el Convento San Bernardo, cuya calidad de vida consideró “un calvario”.
Por Profesional respaldó, en primer lugar, a la carmelita María de San José, quien decidió contar sus vivencias en el Monasterio a cargo de la priora María Inés. El cura insistió que “la vida en el Convento no está bien” y que fue denunciada por tres religiosas.
Señaló que el Carmelo tenía una dependencia directa con el Arzobispado de Salta, sin embargo, en abril de 2022 las integrantes del San Bernardo denunciaron al arzobispo Mario Antonio Cargnello, y a otros tres religiosos por supuesta violencia de género y económica.
Cabe recordar que, en abril pasado, la jueza de Violencia Familiar y de Género, Carolina Cáceres Moreno, ordenó sostener las medidas de restricción e intimar a los denunciados a que hagan capacitaciones en género e inicien un tratamiento psicológico. La medida fue apelada.
En ese contexto, Ossola aseveró que todo sale a la luz en el marco de la presencia de los “servidores” de la Virgen del Cerro, a quienes indicó de ser personas ajenas a la institución católica pero que sin embargo viven en el Carmelo. Lamentó que, desde entonces, la relación entre ambas instituciones religiosas se encuentra en un “impasse“.
Sobre la solicitada, el padre recordó que desde el Arzobispado consideran una “iniciativa privada” a los “servidores” de la “Obra Yo soy la Obra Yo Soy la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús” y de “Yo Soy el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús”. Ambas encargadas de la administración y la organización de actividades relacionadas con la Virgen.
Manifestó que, la Iglesia entiende y respeta que para mucha gente ese lugar en el cerro de la ciudad represente un lugar de encuentro con Dios. Incluso reconoció ser testigo de los “milagros y curaciones”, no obstante, Ossola aclaró que si bien, no ponen en duda la fe de los fieles, se debe tener en cuenta que esta iniciativa está “fuera del ámbito u control de la Iglesia Católica Apostólica Romana”.
Cuestionó la intencionalidad de la “carta abierta” por su anonimato, además indicó que tiene una serie de “mentiras” que intentan poner en duda las denuncias de la carmelita que consiguió la autorización para poder vivir fuera del templo para realizar su tratamiento.
Por último sobre los procesos judiciales abiertos, en los que se encuentran una investigación sobre la economía del convento y su relación con la Fundación de la Virgen del Cerro, ya que los terrenos donde se sitúa la ermita están a nombre del San Bernardo.
Otro expediente es por la denuncia de presunta coacción y el último es una denuncia que hacen la priora y la subpriora contra el abogado del Arzobispado, Eduardo Romani, Cargnello y la hermana de una de las religiosas que abandonó el convento por calumnias e injurias. Se trata de una presentación de instancia privada.
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