Ibrahim Aqil, jefe terrorista abatido por Israel en el corazón de Beirut, era un alto mando de Hezbollah con implicación en atentados históricos del grupo islámico. Estados Unidos ofrecía siete millones de dólares por información sobre su paradero.
Israel llevó a cabo este viernes un ataque aéreo en la capital de Líbano, Beirut, después de que Hezbolá lanzara un centenar de cohetes hacia territorio israelí. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) definieron el ataque como “selectivo”, sin brindar más detalles.
Los reportes iniciales muestran que la ofensiva dejó edificios y automóviles parcialmente destruidos en Dahieh, un suburbio densamente poblado en el sur de Beirut y conocido por ser un bastión de Hezbolá.
El ataque dejó al menos ocho personas muertas y otras 59 heridas, según un reporte inicial del Ministerio de Salud libanés. La ofensiva fue lanzada poco después de que se confirmara que Hezbolá había disparado alrededor de 140 cohetes hacia el norte de Israel.
“Crimen de guerra”
En su discurso televisado del jueves, otro líder del grupo, Hassan Nasrallah, se refirió a los ataques del martes y el miércoles: “El enemigo cruzó todas las reglas, leyes y líneas rojas. No le importó nada en absoluto, ni moralmente, ni humanamente, ni legalmente”. El líder de Hezbolá reconoció que se trataba de un golpe masivo y sin precedentes para su grupo, pero insistió en que su capacidad de mando y comunicación permanecía intacta. El tono de Nasrallah fue desafiante y prometió un duro castigo. Pero, una vez más, indicó que Hezbolá no estaba interesado en una escalada de su actual conflicto con Israel.