La competencia de Agüero pretende ser una vidriera, pero encandila a futbolistas en carrera, la postura de Agremiados ante la catarata de futbolistas rescindidos, el domingo, los cuatro mejores se repartirán 310 mil dólares en premios.
Hay una anécdota que pinta de cuerpo entero lo que podría ocurrir con el torneo organizado por el Kun Agüero: Cierta vez desapareció de la concentración del Seleccionado René Houseman. Antes que la cosa pasara a mayores un compañero reveló el paradero y el propio César Luis Menotti fue a buscarlo. Cuando lo encontró, estaba sentado entre los suplentes de un equipo que jugaba un torneo relámpago en medio de la villa de Bajo Belgrano. “René, ¿qué hace ahí sentado?”, lo sorprendió el flaco y el wing, inmutable, le dijo: “es que profe, mírelo, el titular juega mejor que yo”. La anécdota alimenta el mito de que algunos jugadores de potrero podrían ser, tranquilamente, figuras en Primera División.
Los campeonatos de potrero existen en todo el país. No constituyen un circuito formal, pero hay ciertas similitudes que se repiten en cada escenario para descubrirlos: canchas con algún registro de pasto, líneas pintadas con cal de dudosa rectitud y arcos sin red. Dos equipos, un árbitro que pocas veces tiene asistentes, pero mucha personalidad para imponerse en la interpretación de un reglamento que tiene dos o tres consideraciones generales que se respetan y no se discuten. Solo lo juegan los mejores del barrio y hay público. Se juega por plata, los de afuera apuestan –los de adentro también-, la cantina recauda tanto como el más pretencioso de los emprendimientos gastronómicos y la experiencia es lo más parecido al fútbol formal que va a vivir quien por un rato se convierte en futbolista.
Muchos profesionales aseguran haber visto jugadores con condiciones de llegar a Primera y suelen romantizar el recuerdo de su época de potrero aunque hayan cristalizado su sueño de convertirse en futbolistas y llegar a la Selección y, en muchos casos, con un derrotero en diferentes ligas del mundo y ganando millones de dólares o al menos evitando el trabajo. Con esa misma idea, Sergio Agüero lanzó la Copa Potrero, un certamen televisado que podría haber albergado las ínfulas de chicos como el tal Spreen, pero que tiene un extraño magnetismo que ya le costó el contrato a varios jugadores que habían alcanzado el sueño de hacerse profesionales de la pelota.
Lautaro Torres se jugaba el ascenso a la Primera Nacional el sábado con Los Andes y el viernes jugó con un nombre falso en uno de los equipos de la Copa del Kun. Fue descubierto y aunque también fue titular en el partido definitorio ante Colegiales, el club de Lomas de Zamora le rescindió el contrato al día siguiente de caer en la final. Vélez Sarsfield finalizó el contrato del delantero Alejo Sarco, con quien tenía un conflicto y la Copa de Agüero fue la gota que rebasó el vaso.
Hay más nombres: Ian Vera de San Lorenzo, Agustín Minnicelli de Comunicaciones, Juan Román Zarza de Independiente y Claudio Aveldaño de Atlanta, también se quedaron libres. 2024 quedará en la historia porque los futbolistas pierden contratos por jugar un torneo de fantasía mientras un streamer puede jugar de manera oficial en la Primera División.
En Futbolistas Argentinos Agremiados el tema no está en agenda. “Cada futbolista profesional sabe lo que hace y en cada contrato está bien claro que cosas no debería hacer”, le indicaron desde el sindicato de los futbolistas a Clarín, de manera informal. Está claro que en la entidad no ven con buenos ojos ni la copa, ni la decisión de los futbolistas por jugarla. Mucho menos de intentar levantar los contratos caídos.
Comentar