Mauricio Macri se involucra en la tarea territorial para contener y motivar a su tropa, mientras crece el malestar por la falta de respuesta a los reclamos de gobernadores y presión por el presupuesto.
En la cúpula de Pro se extiende el desencanto con la mesa chica del presidente Javier Milei. Pese a los gestos que hizo el líder de la Libertad Avanza (LLA) para contener a Mauricio Macri después de que lo ayudara a convalidar el veto a la ley de financiamiento universitario, los representantes de Pro no logran encarrilar las conversaciones con los funcionarios nacionales para que la Casa Rosada atienda los reclamos de los gobernadores e intendentes amarillos por fondos u obras de infraestructura o detenga las embestidas del mileismo contra Jorge Macri en la Ciudad. Tampoco hubo avances concretos en la negociación para explorar un eventual acuerdo para converger en las elecciones legislativas de 2025.
Por eso, en las filas de Pro ya contemplan la hipótesis de competir con un armado propio en los próximos comicios. El asunto sobrevoló la reunión cumbre que encabezó Macri el último jueves en el Centro de Convenciones porteño, donde se desarrollaba un torneo internacional de Bridge. Después de que finalizara su participación en la competencia, el expresidente recibió a la mesa ejecutiva de su partido para discutir el posicionamiento de la fuerza sobre el presupuesto 2025 que Milei envió al Congreso. Concurrieron el jefe porteño Jorge Macri y los gobernadores Ignacio Torres (Chubut) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos), quienes horas antes habían almorzado con el Presidente en la Casa Rosada. También asistieron Cristian Ritondo, Diego Santilli, María Eugenia Vidal, Soledad Martínez, Facundo Pérez Carletti y Fernando de Andreis, mano derecha de Macri.
En primer lugar, ratificaron que Pro está dispuesto a acompañar la aprobación del Presupuesto, pero fijaron como condición que Milei resuelva las demandas de los gobernadores e intendentes por el reparto de fondos o el traspaso de las obras públicas. La prioridad de los mandatarios es que la Nación les gire los fondos para cubrir la deuda de este año de la Anses con las cajas previsionales no transferidas y abone la compensación por el pacto fiscal firmado en 2017, entre otros temas. Esa lista de pedidos le dejaron el jueves a Milei durante el almuerzo. “Fue una reunión cordial, pero no hubo avances concretos”, coincidieron los mandatarios ante Macri.
Inquieto por la falta de certezas y la amenaza que sufre su fuerza, el jefe de Pro oscila entre arrimar posiciones y tensar la cuerda con el Presidente. Esta semana volvió a respaldar el rumbo económico, pero marcó sus discrepancias con las “formas”. También renovó la ofensiva contra Santiago Caputo, a quien, dijo, Milei “le cedió el control absoluto del Gobierno”. “No quiere pelearse ni estorbar a Milei, pero no hay respuestas, lo que hablan no sucede”, afirman cerca del exmandatario. Si bien interpretaron como una buena señal que Caputo haya pedido a Macri colaboración para reforzar el área de energía -María Tettamanti llegó a través de Emilio Apud, referente de la Fundación Pensar en el área energética-, los referentes de Pro perciben que el Gobierno no tiene interés en mejorar la sintonía con su principal aliado o acelerar las tratativas para explorar un pacto para confluir en los próximos comicios. “Ellos están comprando tiempo y Mauricio quiere acelerar”, interpreta un integrante de la plana mayor de Pro. Ni las extensas charlas de Ritondo con Caputo para coordinar el desembarco de macrista ni los encuentros de Diego Santilli con Eduardo “Lule” Menem rindieron frutos hasta ahora.
La opción de competir en las elecciones de medio término sin anudar una alianza con Milei en una sociedad hiperpolarizada expone a Pro a un escenario incierto. Los más pesimistas interpretan que el sello del partido de Macri podría salir muy debilitado ante una nueva derrota en las urnas. En cambio, hay macristas que relativizan la chance de quedar relegados detrás del oficialismo y el PJ, y se conforman con proteger los terruños donde gobierna el Pro. “Si vamos solos, podemos sacar diez o doce puntos a nivel nacional. Y construiremos sobre eso una alternativa para 2027″, dice uno de los dirigentes que apuesta por presionar a los libertarios. Los que promueven ese plan confían en que la implementación de la boleta única de papel (BUP) tendrá un efecto decisivo en los distritos: fortalecerá a gobernadores e intendentes e impedirá que los comicios se nacionalicen. A su vez, especulan que el oficialismo tendrá dificultades para encontrar figuras taquilleras en los distritos más poblados. En la Casa Rosada manejan otros números: dan por hecho que el peso de la marca de Pro es marginal y que Milei absorbió la base electoral de Macri.
Otros altos mandos de Pro creen que el Gobierno no se arriesgará a prescindir de la estructura territorial del macrismo en la provincia de Buenos Aires, el bastión del kirchnerismo. Presumen que dividir la oferta opositora a Axel Kicillof sería funcional al peronismo. “Si tenemos que ir solos en Buenos Aires, se arriesgan a una derrota con el kirchnerismo. Eso va a tener un efecto en los mercados y en las inversiones. ¿Quién va a invertir si aparece el fantasma de que puede volver Cristina?”, meditan en Pro.
En el macrismo están inquietos por los gestos desafiantes de los libertarios en la Capital, la fortaleza política de Pro. La decisión de María del Pilar Ramírez, la soldado de Karina Milei en la Legislatura, de impulsar una ley bases porteña sin el aval de Jorge Macri hizo recrudecer las tensiones. El jefe porteño ya avisó que está dispuesto a desdoblar los comicios -priorizar la incorporación de alfiles propios a la legislatura antes que la disputa por los escaños en Diputados o el Senado que renueva Pro- si LLA sigue amenazando con presentar una lista propia. Torres también se atreve a competir en su terruño. Frigerio, en cambio, es más cauto. Se inclina por no anticipar la discusión electoral y, a priori, preferiría no fragmentar la oferta anti-peronista en su distrito. “Los gobernadores van a arreglar”, vaticina uno de los popes de Pro.
En ese contexto incierto, Macri comenzó a involucrarse en la tarea de contención territorial. En la cúpula de Pro ya se escuchaban críticas a sus intervenciones intermitentes. Pero en las últimas semanas aprovechó sus visitas a Mar del Plata y Córdoba para iniciar un plan de contención y motivación de su tropa. En la ciudad bonaerense, por caso, se vio con militantes de Pro y recibió a estudiantes universitarios. “Tenemos que fortalecer al partido y explorar una alternativa propia”, admite uno de sus leales. Por ahora, se jactan de que no sufrieron fugas masivas a LLA ni en la provincia de Buenos Aires -donde solo el bullrichismo y Diego Valenzuela cerraron filas con Milei- ni en el interior del país.
En su paso por Córdoba, Macri apuntó contra el titular de Pro, Oscar Agost Carreño, vicetitular de la bancada de diputados de Encuentro Federal, el espacio de Miguel Pichetto, por haber votado en sentido contrario al bloque de Ritondo, por ejemplo, durante el tratamiento de los vetos a la reforma jubilatoria o la ley de financiamiento universitarios. “Es algo extraño que tenemos que resolver en algún momento porque no puede ser presidente de nuestro partido alguien que no comulga con nuestras ideas”, lanzó Macri. Este viernes, el jefe de Pro designó a Darío Nieto, uno de sus colaboradores más cercanos, como el “responsable político” del partido en Córdoba ante el conflicto con Agost Carreño. Evitó una medida más drástica, como la intervención.
Sus fieles esperan que ponga en marcha una estrategia para ordenar la fuerza tras el distanciamiento de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, los dos expostulantes presidenciales de Pro. Pero, ante todo, anhelan que resuelva el dilema electoral de su relación con Milei y las “fuerzas del cielo”.
Fuente: La Nación
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