La suerte le fue esquiva a Rafael Nadal durante el sorteo previo al inicio de una nueva edición del Roland Garros. El español cayó en su presentación por 6-3, 7-6 (5) y 6-3 ante Alexander Zverev en la misma arcilla que le dio catorce grandes alegrías a lo largo de su carrera.
Rafa, que había prometido regresar a la competencia en 2024 antes de retirarse definitivamente, comenzó impreciso. El español inauguró su participación en el torneo de París perdiendo su primer game ante el alemán, quien logró quebrarle el saque y defender el suyo. Durante los primeros intercambios se pudo ver la falta de ritmo del español, producto del tiempo de inactividad. Del otro lado, un Sasha que llegó en plena forma al evento tras su reciente triunfo en Roma.
Para el cuarto juego el público ya se había decantado por su favorito. Las gradas comenzaron a aplaudir y celebrar cada punto del manacorí, que estuvo muy cerca de ponerse en ventaja en el cuarto game tras estar a dos break point que supo levantar su rival (3-1).
Con el correr de los puntos parecía que Nadal estaba recobrando la memoria y el físico, pero tanto él como los miles de espectadores que estaban viendo el partido, sabían que tenía que dar más de sí para superar a Zverev, que en 50 minutos se quedó con el primer set al imponerse por 6-3 con muy pocos errores no forzados y quebrándole nuevamente el saque.
Durante la segunda manga, ambos mantuvieron su saque, a pesar de que en el cuarto juego el español estuvo cerca de perderlo. El público volvió a ovacionar al múltiple campeón después que consiguió los últimos dos puntos en el deuce para mantener las cosas igualadas (2-2). Pero ese bullicio no fue nada, comparado a lo que ocurrió en el juego siguiente, en el que el tenista de 37 años logró quebrarle el saque al alemán.
Del otro lado, los aplausos y la alegría por ver la resurreción de Rafa parecieron perjudicar mentalmente a Zverev, a quien se lo notó perdido e impreciso por unos instantes. Por el contrario, en cada game que se qeudaba del lado Sasha, incluso en el quiebre (5-5), se podían escuchar tímidas aprobaciones entre la multitud. Finalmente, el segundo set se definió en tiebreak tras una buena performance de ambos a lo largo de los games. Allí, el alemán se impuso por 7-5 y selló la ventaja en 66 minutos. (6-3, 7-6).
Para muchos tenistas dentro del circuito el tercer set, después de ir 2-0 abajo, puede ser decisivo hasta antes de comenzarlo. Sin embargo, al tener a Nadal en frente nunca está todo dicho. Así fue durante el comienzo, cuando el español logró quebrarle el saque y ponerse 2-0 a favor aunque no pudo mantener el servicio en el game siguiente.
El alemán, que se lo vio mentalmente más fuerte con respecto a los sets anteriores, logró revertir el marcador en contra a base de buenos golpes desde la línea. El quinto game pasó a ser el más largo del partido con hasta cuatro oportunidades de quiebre que supo defender bien Nadal para mantener el saque (3-2). Con más corazón que físico, el manacorí continuó batallando pese a perder un nuevo game que lo colocaba 5-3 abajo.
Aunque los amantes de su juego todavía confiaban en que iba a poder revertir la situación. Zverev, pese a tener ser consciente de que el público estaba totalmente volcado hacia el español, no desaprovechó las oportunidades, volvió a quebrar su saque y sentenció el resultado con un 6-3, en poco más de 3 horas de partido.
Ausente en Montecarlo, eliminado en la segunda ronda en Barcelona, en octavos de final en Madrid y nuevamente en la segunda ronda en Roma, el tenista de 38 años no pudo alcanzar su mejor forma en la previa al evento y lo sintió al medirse ante uno de los mejores del mundo, que avanzó a la segunda ronda tras una victoria con sabor agridulce.
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