El médico clínico nacido en Santos Lugares estuvo al lado del exfutbolista durante 30 años: lo conoció en 1977 y terminó su vínculo en 2007. El secretario de Turismo, Ambiente y Deportes, Daniel Scioli, confirmó la noticia.
Este viernes murió Alfredo Cahe, el reconocido médico clínico que acompañó a Diego Maradona durante más de 30 años entre 1977 y 2007.
La noticia del fallecimiento del histórico compañero de Maradona la dio a conocer el secretario de Turismo, Ambiente y Deportes, Daniel Scioli.
“Con profundo dolor despido a mi querido amigo Alfredo Cahe, reconocido por sus cualidades profesionales y humanas”, aseguró Scioli en su cuenta de X, y agregó: “Quedará para siempre en mi recuerdo su labor médica y su apoyo anímico y solidario para superar adversidades, al igual que sus valores en la amistad que supimos construir. Un abrazo fraterno para sus hijos, nietos, familiares y amigos”.
Alfredo Cahe fue un médico argentino nacido en Buenos Aires, con una extensa trayectoria en la medicina privada, especializado en cuidados intensivos, se graduó como cirujano en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y ganó notoriedad por su rol como médico de cabecera de Diego Armando Maradona
Trayectoria y relación con celebridades
Cahe acompañó a Maradona en momentos clave de su vida, incluyendo las internaciones en Cuba y Argentina, ayudándolo durante episodios de salud críticos, como su lucha contra las adicciones y problemas cardíacos.
Además de su trabajo con Maradona, Cahe también atendió a otras personalidades del espectáculo y la política, como el cantante Sandro, con quien mantuvo una relación profesional prolongada, y el expresidente Carlos Menem. Esta especialización en tratar pacientes de alto perfil lo convirtió en una figura clave dentro del circuito médico de las celebridades.
Cahe fue ampliamente reconocido por su enfoque meticuloso y personalizado hacia la medicina, demostrando un profundo compromiso con el bienestar integral de sus pacientes. Se destacó no solo por su habilidad médica, sino también por la confianza que generaba al involucrarse emocionalmente en los tratamientos, desarrollando relaciones cercanas con sus pacientes.
Fuente: TN